15/8/16

ACTO DE CONSAGRACIÓN DE LA ORDEN MÍNIMA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Oh divino corazón de Jesús, realmente presente en este adorable sacramento, nosotros tus  pobres hijos del santo patriarca Francisco de Paula, arrodillados ante vuestra presencia te ofrecemos el culto de nuestra adoración, de nuestro amor y nuestro reconocimiento. Conscientes de la especial dilección con la que sin cesar nos amas desde toda la eternidad y de vuestra vida toda tejida de tribulaciones, fatigas y dolor, hasta inmolarte por nosotros en la cruz; conscientes de que aún en el presente así te ofreces cada día en el sacramento del altar, nos sentimos profundamente humillados y confundidos por nuestras culpas y ingratitudes en comparación con tu gran bondad hacia nosotros.

Oh divino corazón de Jesús, permítenos al menos hoy rendirte público testimonio de gratitud, de fidelidad y de amor sincero. Hoy, en el día que tu bendita Madre nos abre las puertas del cielo y, mostrándonos tu gloria, nos invita y nos asegura tu venida a ella. Aunque conscientes de nuestra indignidad, sin embargo, hoy por medio de las manos de María, nos consagramos a tu sacratísmo corazón sin ninguna reserva. Con esta manifestación pública permanezcan a ti consagradas nuestras personas, nuestros superiores y cuántos forman parte de la sagrada Orden de los Mínimos. Renovamos nuestros deseos y nuestros firmemente, comprometiéndonos una vez más que de ahora en adelante, de forma irrevocable y sin excepción, queremos ser todo tuyos. 

Oh corazón de Jesús, que sólo tú seas el dueño de nuestro cuerpo y nuestra alma, de nuestro intelecto y de nuestra voluntad. Que todo lo que hagamos o podamos sea cosa tuya; y si sucumbimos, que sea nuestra vida sacrificio que ha realizado nuestra sangre para ti. Siguiendo el ejemplo de nuestro bendito padre san Francisco de Paula, entre las tinieblas y las tribulaciones que cada día rodean a sus siervos, nosotros buscaremos siempre refugio en la llaga sacratísima de tu corazón adorable. Conserva en nuestra Orden el celo y la plenitud de la pobreza, de la penitencia y de la humildad. Enciende en ella el fuego de la caridad, protégelo de las asechanzas del mundo, del demonio y de la carne, y danos la abundancia de tu gracia y de tus bendiciones.

Oh buen Jesús, acoge benignamente esta consagración de nuestra Orden que presentamos a tu sacratísimo corazón por las manos de María, nuestra Madre y patrona. Danos la gracia de perseverar fielmente hasta la muerte en esta consagración, a fin de que podamos alcanzar un día el deseado fruto en bendita eternidad. Que así sea.


(La Orden la renueva cada 15 de agosto)

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