21/9/16

DESCRIPCIÓN FÍSICA DE SAN FRANCISCO DE PAULA

       
     
De San Francisco sólo tenemos un grabado del retrato original que hizo Jean Bourdichon, el pintor de la corte francesa, cuando hubo muerto el Santo, teniendo ante sí el molde de su rostro tomado de su cadáver. Esta representación influyó poderosamente en toda la producción artística sobre San Francisco a lo largo de todo el siglo XVI. Generalmente se le representa con rostro de edad avanzada, como un hombre de estatura alta y de constitución física recia, de nariz aguileña, con la cara cubierta de barba, ascético, y un poco severo, y muchas veces absorto en profunda contemplación, y a veces con la cara de éxtasis. Acaso sea ésta la imagen que San Francisco dejó en edad provecta y que por eso quedó impresa en su iconografía. Los escritores del tiempo lo describen así: Hombre de estatura superior a la media… con cara un poco oblonga… bien proporcionado, delgado y, curtido o arrugado como hombre de campo, proyectando más bien la edad más avanzada del santo. La nariz era gruesa y alargada, la frente amplia, los ojos grandes y luminosos, coronados por cejas espesas. Que más o menos corresponde a la descripción que de él hace el autor Anónimo contemporáneo: Llevaba la barba y los cabellos, como ya he dicho, algo largos, no en exceso. Era de complexión gruesa y de constitución recia. Y aunque siempre vivió con gran abstinencia, gozaba no obstante de buena salud, de aspecto rubicundo, como si todos los días comiera exquisitos manjares. Externamente aparentaba estar gordo, si bien en realidad era huesos y piel. Por eso concluye haciendo una preciosa alusión, con quien pudiera asemejarse Francisco: Se parecía -dice- a San Antonio Abad, como habitualmente se le representa.
            
Que San Francisco fuera de estatura más bien alta lo podemos deducir por la indumentaria (manto, capucho, zuecos) que él usó y que se conservan en el santuario de Paula. De joven sus cabellos -si tenemos en cuenta las declaraciones del testigo 4 del Proceso Cosentino-, “resplandecían como hilos de oro”. Y que fuera de constitución recia, también resulta de las descripciones hechas sobre su figura por algunos testigos del Proceso Cosentino: Se le veía caminar descalzo por el campo, yendo entre espinos y piedras; trabajaba durante todo el día, rompiendo piedras con un mazo y cavando la tierra. Todos lo describen como un hombre acostumbrado a todo tipo de fatigas, coincidiendo así con lo que también escribía el autor Anónimo, cuando dice: De día trabajaba más que seis personas. Su porte físico se veía correspondido con un rostro alegre y plácido, dice un testigo, que a su vez sintonizaba con el rostro apacible, del que habla el Anónimo. Tenemos pues la imagen de un hombre que es, ciertamente, un asceta, pero que se presenta sereno, jovial y afable en su aspecto externo.
            
A su retrato físico añadimos una breve reflexión sobre el ambiente en que vivió Francisco. Es importante porque nos ayudará a entender tanto su comportamiento como a conocer su personalidad.
            
El ambiente en que vive es eminentemente agrícola, pero de una agricultura de subsistencia, pues la situación geográfica no permitía una agricultura intensiva. Y aunque era de familia campesina, la suya tal vez gozaba de un cierto bienestar, ya que eran propietarios de algunos terrenos; no obstante, eran ellos los que tenían que cultivar sus tierras. Este ambiente lógicamente hizo de él un campesino, como luego lo calificará el enviado del Papa Paulo II en el encuentro que tuvo con él en Paula. Por tanto campesino no sólo por su aspecto externo, sino incluso por su temperamento, en el sentido que tanto su psicología como sus ademanes y formas de expresarse se vieron influenciadas por el modo y formas del ambiente al que pertenecía. A Francisco no le molestó este calificativo, más aún, se alegra de ello, ya que le ayuda a ser como es. Y en realidad, en su forma de ser, Francisco aparecía como un campesino: caminaba descalzo, llevaba un hábito remendado, tenía barba larga y cabellos algo descuidados. Es muy importante tener en cuenta el ambiente y su procedencia social para poder entender cómo acoge él la vocación de ser profeta de la penitencia dentro de la Iglesia.

            
Queda claro que el ambiente familiar de Francisco es el de la gente humilde de Paula, y, en general, de Calabria; y será esta la gente que mayoritariamente encontraremos a su alrededor, y será de esta gente de la que él prefiera rodearse, ya que con ella comparte los duros trabajos manuales, de labrador y leñador. 

P. Giuseppe Morosini O. M. 

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