Cuando se hundía el mundo en sus errores,
diolo Calabria, Paula lo engendraba;
éste que luego, espléndido en milagros,
Francia lo acoge.
Quiso en la tierra ser en todo humilde;
«mínimo» siempre, ser por todos dicho.
Sólo así excelso pudo en alto cielo
ser coronado.
Quiso a los suyos, Mínimos llamarlos;
quiso que humildes, fuesen sus hermanos;
verlos a todos, junto con los santos
llenos de gloria.
Da con frecuencia, donde está enterrado,
vista al enfermo, siempre que le ruega;
da al desgraciado, cuando va a rogarle
don saludable.
Ven ya los ciegos, andan los tullidos,
cobra el oído, quien sordo sufría,
muertos se yerguen, tienen ya los mudos
voz en sus bocas.
Todos los fieles dan al Señor gracias,
Dios Uno y Trino; y El que da a los justos
dones de dicha y sube hasta los cielos
hombres humildes. Amén.
MINIMO
SOY
Cuando
era joven
se
retiró al desierto de Paula,
para
vivir a solas con Dios;
y
allí descubrió su propia vocación. (bis)
MINIMO
SOY
EN
LA CASA DEL PADRE
MINIMO
SOY
EL
POBRE DE YAHVE
Todos
veían
en
San Francisco un hombre santo,
un
ermitaño amigo de Dios.
Y
muchos querían vivir como él vivió. (bis)
En
esta vida
soy
peregrino, soy forastero
voy
caminando a la libertad.
Vivir
despojado, ser hijo de la paz (bis)
Letra
y música, Sor María Consuelo de la Santísima Trinidad, monja mínima del
Monasterio de Paula.
SANTO DE PAULA
Santo
de Paula,
ilumina a la ciega humanidad:
nos
falta esa luz divina
de tu
excelsa caridad!
Vino
del cielo
al
humano abismo
y
conservó su alma angelical;
vino al
surgir un nuevo paganismo
y
sirvió a Cristo con amor filial.
La
penitencia fue su dulce anhelo,
su
mejor libro, la divina cruz,
la
Eucaristía, todo su consuelo,
la
caridad, su guiadora y luz.
Comprendió
que es mayor
quien
más se humilla
y que
Dios siembra con la pequeñez;
él de
“mínimos” hizo la semilla
que hoy
es su gloria y de la Iglesia prez.
Su
virtud le prestó tal poderío
que le
estaban sumisos tierra y mar;
hizo
que el fuego se tornase frío
y sin
naves, él pudo navegar.
OH SAN FRANCISCO
GLORIOSO
Oh san Francisco glorioso, de
Paula realce y honor. Míranos tú bondadoso, y
danos fe y santo amor.
¡Oh gran Francisco, muy amable Santo
con tierno corazón de serafín!,
a los devotos que te invocan
tanto,
concede
gracias y dichoso fin.
Protege a la Iglesia, Madre
nuestra,
sé firme de la patria protector,
y a todos libre, tu potente
diestra
de toda seducción y todo error.
Consuelo
tiene para toda cuita;
el ciego ve, el mudo puede
hablar,
con grande pasmo el muerto resucita,
el sordo oye y vése al cojo
andar.
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