19/9/16

HIMNOS A SAN FRANCISCO DE PAULA


CUANDO SE HUNDIA («Brutio natus»)  

Cuando se hundía el mundo en sus errores,
 diolo Calabria, Paula lo engendraba; 
éste que luego, espléndido en milagros, 
Francia lo acoge.   

Quiso en la tierra ser en todo humilde; 
«mínimo» siempre, ser por todos dicho.
Sólo así excelso pudo en alto cielo  
ser coronado.

 Quiso a los suyos, Mínimos llamarlos;
quiso que humildes, fuesen sus hermanos;
verlos a todos, junto con los santos
 llenos de gloria.   

Da con frecuencia, donde está enterrado,
vista al enfermo, siempre que le ruega; 
da al desgraciado, cuando va a rogarle 
don saludable.  

Ven ya los ciegos, andan los tullidos, 
cobra el oído, quien sordo sufría, 
muertos se yerguen, tienen ya los mudos 
 voz en sus bocas.  

Todos los fieles dan al Señor gracias, 
Dios Uno y Trino; y El que da a los justos
dones de dicha y sube hasta los cielos 
hombres humildes. Amén.


MINIMO SOY

Cuando era joven
se retiró al desierto de Paula,
para vivir a solas con Dios;
y allí descubrió su propia vocación. (bis)

MINIMO SOY
EN LA CASA DEL PADRE
MINIMO SOY
EL POBRE DE YAHVE

Todos veían
en San Francisco un hombre santo,
un ermitaño amigo de Dios.
Y muchos querían vivir como él vivió. (bis)

En esta vida
soy peregrino, soy forastero
voy caminando a la libertad.
Vivir despojado, ser hijo de la paz (bis)


Letra y música, Sor María Consuelo de la Santísima Trinidad, monja mínima del Monasterio de Paula.


SANTO DE PAULA

Santo de Paula,
ilumina  a la ciega humanidad:
nos falta esa luz divina
de tu excelsa caridad!

Vino del cielo
al humano abismo
y conservó su alma angelical;
vino al surgir un nuevo paganismo
y sirvió a Cristo con amor filial.

La penitencia fue su dulce anhelo,
su mejor libro, la divina cruz,
la Eucaristía, todo su consuelo,
la caridad, su guiadora y luz.

Comprendió que es mayor
quien más se humilla
y que Dios siembra con  la pequeñez;
él de “mínimos” hizo la semilla
que hoy es su gloria y de la Iglesia prez.

Su virtud le prestó tal poderío
que le estaban sumisos tierra y mar;
hizo que el fuego se tornase frío
y sin naves, él pudo navegar.




OH SAN FRANCISCO GLORIOSO

Oh san Francisco glorioso, de Paula realce y honor. Míranos tú bondadoso, y danos fe y santo amor.

¡Oh gran Francisco, muy amable Santo
con tierno corazón de serafín!,
a los devotos que te invocan tanto,
 concede gracias y dichoso fin.

Protege a la Iglesia, Madre nuestra,
 sé firme de la patria protector,
y a todos libre, tu potente diestra
de toda seducción y todo error.

Consuelo tiene para toda cuita;
el ciego ve, el mudo puede hablar,
con grande pasmo el muerto resucita,
el sordo oye y vése al cojo andar.

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