DÍA OCTAVO
Contemplando la virtud de la MANSEDUMBRE
(+) En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
“Glorioso Padre y Patriarca, San Francisco de Paula, pues os levantasteis con el glorioso renombre de taumaturgo en la Iglesia y sois el plenipotenciario de Dios, interceded con el Señor, si ha de ser para mayor honra y gloria suya y mi salvación, que consiga lo que pido y deseo en esta novena; Alcanzadme esta gracia si me conviene, y si no, enderezad mi petición y pedidle me dé aquello que más me convenga, para que yo consiga la vida eterna y le ame para siempre”.
(Ante la imposibilidad de elevar la alabanza del trisagio, cada persona contemple los misterios del Santo Rosario o la oración de Vísperas, según le sea más práctico o tenga costumbre.)
LECTURA BÍBLICA (1 Pe 2, 20b-25)
"¿Pues qué gloria hay en soportar los golpes cuando habéis faltado? Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus huellas. El que no cometió pecado, y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados. Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas."
REFLEXIÓN (Mn. Pedro San Clemente)
LA MANSEDUMBRE (1 Pe 2, 20b-25)
A punto de concluir ya nuestro novenario en honor a san Francisco de Paula, este octavo día nos propone contemplar la virtud de la mansedumbre en nuestro Santo. Es curioso que tal virtud que supo encarnar San Francisco de Paula, hoy en nuestro contexto social y en el uso del vocablo mansedumbre (no digamos ya del adjetivo “manso”) suele dársele un sentido negativo, peyorativo. Hoy, en general, se exalta al triunfador, al fuerte, al poderoso… aunque sea a costa de otros o pasando por encima de otros, se le exalta e incluso admira. Además no es algo que nos salga espontáneamente, en el fondo porque las identificamos con flojo, sin carácter, parsimonioso, mustio…
Al profundizar en la mansedumbre, enseguida nos damos cuenta de que es una actitud opuesta totalmente a la arrogancia, la vanagloria, al orgullo y el desprecio contra los pobres y los débiles. La mansedumbre no impulsa a la persona a atacar a los que la atacan, renuncia conscientemente a la utilización de la violencia y de la dureza, sabe ceder en las pequeñas cosas, porque estás segura de que hay algo más grande que el amor propio.
Esto no es algo que nos brota espontáneamente. El apóstol san Pablo en la carta a los Gálatas enumera los doce frutos del Espíritu: caridad, alegría, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. La mansedumbre, por tanto, no nos brota espontáneamente porque, como es un fruto, debemos cultivarla y cuidarla para que se produzca. Es el fruto del Espíritu por el que la persona, ante las injusticias y ofensas, no se irrita ni alberga sentimientos de cólera o impaciencia, aunque sienta la mala educación de los demás, los desprecios, las humillaciones. Al contrario, lo que hace es dejar su causa en las manos de Dios y esperar que el Espíritu Santo se encargue de su situación. Recuerden el momento de la vida del Santo de Paula que recordábamos ayer al reflexionar sobre la paciencia: ante la reprensión mordaz que el padre Antonio Scozzeta hacia durante su predicación, incluso el día que lo visita, el santo no responde irritado, con cólera, no pierde el equilibrio, no se impone ni domina, sino que con toda dulzura es capaz de mantener en sus manos carbones encendidos irradiando así el calor de los justos y dulces, siendo así atrayente, hasta conseguir del P. Antonio la conversión de su corazón: “Por caridad, caliéntese”. Dice el testigo Bernardino de Florio, que el P. Antonio lo veneró como santo y quiso abrazarle los pies. Y es que los que viven la mansedumbre irradian dulzura, un calor atrayente y, a veces, obtienen de los demás cosas que estos no harían jamás por otro.
Sin embargo, a veces la mansedumbre se malinterpreta como debilidad o pasividad, como si la persona se resignase a no actuar porque “¿qué vamos a hacer?” La mansedumbre cristiana no es solamente suavidad, es también fortaleza: suavidad y fortaleza, armonía de contrarios, que son reflejo del comportamiento de Cristo. A la suavidad de Jesús, a su dulzura, le acompaña su fortaleza para afirmar su verdad, la verdad de su Evangelio.
Como Cristo, San Francisco de Paula, vivió la mansedumbre tejida con fortaleza, para resistir el mal y hacerle frente con resuelta firmeza. Que como San Francisco, revestidos su devotos de humildad y espiritualidad penitencial, características propias de la vida mínima, seamos como él, hombres y mujeres de gran dulzura, que saben acoger al hermano dando palabras de ánimo en el momento oportuno y que en la corrección y en la vida sepamos unir, como nuestro santo patrón, la firmeza de la justicia y la dulzura de la misericordia, armonía de contrarios que definen la virtud de la mansedumbre.
ORACIÓN PARA PEDIR LA VIRTUD DE LA MANSEDUMBRE
¡Oh, glorioso San Francisco de Paula!, por aquella serenidad inalterable de tu espíritu, por aquella afabilidad de trato y benignidad de rostro que hicieron que te distinguieras en la virtud de la mansedumbre, a ti nos dirigimos con la plena confianza de obtener del Altísimo la Gracia que humildemente imploramos desde hace tanto tiempo. Haz, ¡oh Santo de la mansedumbre!, que viviendo también nosotros en la práctica constante de esta hermosa virtud moral, manteniéndonos serenos y resignados en medio de los altibajos de la vida, nos hagamos merecedores de reinar eternamente contigo en la paz imperturbable del Cielo. Amén
(En memoria de los 6 años que estuvo san Francisco de Paula en el desierto de Paula rezaremos 3 padrenuestros con Avemaría y gloria o recitamos las Letanías de San Francisco)
LETANÍAS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo
Dios, Espíritu Santo
Trinidad Santa, un solo Dios
Santa María, ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Vírgenes
San Francisco de Paula
Pastor clementísimo
Guardián solícito
Intercesor eficaz
Protector asiduo
Abogado nuestro
Patrón amable
Modelo de penitencia
Norma de humildad
Fundador de los Mínimos
Portaestandarte de la caridad
Seguidor de la pobreza
Regla de la castidad
Padre de los pobres
Amparo de los débiles
Varón lleno del Espíritu Santo
Impetrador de favores
Ayuda en las angustias
Tú, que venciste al demonio y al pecado
Tú, que curaste a los enfermos
Tú, que resucitaste a los muertos
Taumaturgo en todo género de milagros
Santo Padre de los Mínimos, conserva tu familia, te rogamos óyenos.
Santo Padre Francisco de Paula, guarda nuestra ciudad y al mundo entero
Santo Padre, intercede por nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
CANTO
Oh san Francisco glorioso
de Paula realce y honor.
Míranos Tú, bondadoso,
y danos Fe y santo amor.
Protege a la Iglesia Madre nuestra,
sé firme de la patria protector,
y a todos libre, tu potente diestra
de toda seducción y todo error.
¡Oh San Francisco glorioso!, …
Después del canto, haremos un momento de silencio, pediremos por todos los fieles difuntos, por el fin de la pandemia, así como la gracia especial que, por intercesión de san Francisco de Paula, deseemos alcanzar.
ORACIÓN GENERAL
Santísimo Padre mío, San Francisco de Paula, yo os suplico por la pasión y muerte de Jesús, de quien fuisteis tan devoto, y por su Santísima Madre, de quien en el desierto recibisteis preciosísimo néctar, me alcancéis el mayor favor que es un amor a todas las virtudes y la perseverancia en ellas; El que no sea yo tan infeliz, que llegue a entrar en el camino de la perfección y no acabe la carrera: antes merezca por vuestra intercesión, un verdadero arrepentimiento de todos mis pecados, que el demonio huya de mi para que no me engañe, ni atienda yo a sus halagos acibarados y llegue al último grado de las virtudes, que es el amor de Dios, y gozar en compañía de la Virgen Madre y de todos los coros de los ángeles, de la vuestra y de todos los demás santos del cielo, los eternos regalos de la gloria. Amén
GOZOS
Sois lucero de humildad,
Francisco en Paula nacido.
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.
Con tal celo a Dios amasteis
que todo temor huyendo,
en medio de un horno ardiendo
sin lesión alguna entrasteis,
donde por vuestra bondad
fénix de Dios habéis sido.
Mínimo de Dios ...
Una suprema virtud
del cielo os fue concedida
para dar a los muertos vida
y a los enfermos salud,
al cautivo libertad
contento al ciego y tullido.
Mínimo de Dios ...
En toda necesidad,
nuestro ruego es de ti, oído,
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.
V/. Ruega por nosotros San Francisco de Paula
R/. Para que seamos dignos de alcanzar, las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, grandeza de los humildes, que has elegido a san Francisco de Paula, Mínimo entre los hermanos, para elevarlo a la gloria de tus santos, concédenos, por su intercesión y a imitación suya, alcanzar de tu misericordia el premio prometido a los humildes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
HIMNO DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Al Mínimo de Dios querido,
nuestro Padre protector,
himnos de gloria y honor,
cantémosle, cantémosle sin cesar:
Patriarca San Francisco
de Paula nuestro consuelo,
gloria te den tierra y cielo,
por tu grande Caridad.
En día de tribulaciones,
a Ti acude, a Ti acude, Santo mío
este es tu pueblo querido
postrándose ante tu altar
y al pedirte en la oración
un favor hemos sentido;
vuestro manto nuestro nido
y sostén la Caridad.
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