DÍA SÉPTIMO
Contemplando la virtud de la PACIENCIA
(+) En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
“Glorioso Padre y Patriarca, San Francisco de Paula, pues os levantasteis con el glorioso renombre de taumaturgo en la Iglesia y sois el plenipotenciario de Dios, interceded con el Señor, si ha de ser para mayor honra y gloria suya y mi salvación, que consiga lo que pido y deseo en esta novena; Alcanzadme esta gracia si me conviene, y si no, enderezad mi petición y pedidle me dé aquello que más me convenga, para que yo consiga la vida eterna y le ame para siempre”.
(Ante la imposibilidad de elevar la alabanza del trisagio, cada persona contemple los misterios del Santo Rosario o la oración de Vísperas, según le sea más práctico o tenga costumbre.)
LECTURA BÍBLICA (2 Pe 3, 8-9. 14-15)
"Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día. No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión.
Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha. La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo escribió también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le fue otorgada."
REFLEXIÓN (Mn. Pedro San Clemente)
LA PACIENCIA. 2 Pe 3,8-9.14-15
Al reflexionar sobre la paciencia me viene enseguida a la mente la anécdota que contaba un amigo sacerdote recordando que muchas veces cuando alguien en el confesonario se acusa de que “no tiene paciencia”, éste suele decirle que la paciencia no la venden en las tiendas y que por tanto hay que pedirla, pero no como si fuera un producto que adquirimos, algo exterior a nosotros, sino que debemos pedir que brote de nosotros, que brote en nosotros.
Por eso dentro de nuestro novenario a san Francisco de Paula, que este año celebramos en casa, vamos a pedir por su intercesión no ya tener la virtud de la paciencia; mejor, vamos a pedir “ser pacientes”, vamos a pedir que la paciencia forme parte de nuestro ser, como formó parte del ser de san Francisco de Paula, especialmente en este tiempo de confinamiento que estamos viviendo.
Generalmente se ha identificado la paciencia como la virtud de hacer frente al mal actuando sin ira, de mantenerse firme frente a las situaciones arduas y difíciles. Esto ya nos indica que ser paciente no consiste en permanecer estático, parado, sino que requiere una acción, un esfuerzo.
Por eso, a la paciencia va unida la fortaleza, pero de nuevo tenemos que personalizar estas virtudes para no verlas como algo externo a nuestro ser. Mejor debemos decir que “ser pacientes” conlleva “ser fuertes”, porque hacer frente al mal y mantenerse firme ante situaciones difíciles requiere a menudo un trabajo físico, mental y espiritual difícil y costoso.
Decíamos que la paciencia hay que pedirla, hay que pedir “ser pacientes”. Y para pedirlo adecuadamente, es bueno en primer lugar que reconozcamos nuestras “impaciencia” para abrirnos al Dios paciente y misericordioso que se nos ha revelado en Jesús.
Porque si repensamos la historia de la salvación, encontraremos numerosos ejemplos de la paciencia de Dios: en el Éxodo, a pesar de las múltiples infidelidades y desconfianzas del pueblo (o sea, de su falta de paciencia), Dios, con mucha paciencia, les ofrece nuevas oportunidades. En los Salmos a menudo Dios aparece como lento a la cólera y rico en misericordia… Si nos detenemos a pensar, ¿no hace lo mismo también con nosotros? ¿Cuántas veces hemos sido desconfiados, infieles, hubiéramos “merecido su castigo”, pero nos ha dado nuevas oportunidades?
Y Dios demostró su inmenso amor y su infinita paciencia cuando envió a su Hijo al mundo. En Jesús tenemos la personificación de la paciencia, al que verdaderamente “es paciente” en su vida, puesto que no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores a que se conviertan y está dispuesto a enseñarles con calma para lograrlo.
Jesús es paciente en su muerte, soportando sin rebelarse incluso una muerte de cruz, esperando que así nos convirtamos. Hace poco celebrábamos la Semana Santa de manera tan particular como este novenario en casa. Al contemplar el ejemplo de Jesús ¿no nos mueve a querer ser también nosotros pacientes, para responder a su paciencia, misericordia y amor?
Decía el apóstol san Pablo: “La paciencia de Dios es nuestra salvación”, y por eso hoy pedimos ser pacientes. Y Dios no ha dejado de darnos ejemplos de personas pacientes, entre ellas, san Francisco de Paula, un fruto de la paciencia de Dios, de un crecimiento y maduración en la fe de quien se alimenta de la Eucaristía.
En san Francisco de Paula vemos plasmada la paciencia como la capacidad de mantenerse firme frente a las situaciones difíciles. Seguro que podrán recordar muchos momentos de la vida del Santo donde muestra su “ser paciente”. Permítanme que les recuerde aquel momento en el que habiendo recibido del padre Antonio Scozzeta mordaces críticas, un día en el que recibe su visita en la que vuelve a reprender la vida de nuestro santo, estando junto a la lumbre, san Francisco sin responderle, mete las manos en el fuego y las llena de carbones encendidos. Dirigiéndose al padre Antonio y teniendo largo rato las brasas en sus manos dijo: “Por caridad, caliéntese”.
Que como san Francisco de Paula podamos ser pacientes, es decir, capaces de mantenernos firmes frente a las situaciones difíciles, sin ira; con la fuerza para hacer frente al mal, siendo defensores valientes y decididos, guiados por la caridad, de los pobres y oprimidos, participando en sus penas y alentándolos en sus dificultades. Que aprendamos del santo de Paula que el amor, la “Charitas”, requiere también de nosotros trabajar con esperanza para transformar la realidad, con una actitud de paciencia, de fortaleza, de perseverancia ante situaciones difíciles como las que hoy nos toca vivir a causa de la pandemia del coronavirus, que tanto dolor y sufrimiento provoca en nuestro mundo hoy.
ORACIÓN PARA PEDIR LA VIRTUD DE LA PACIENCIA
¡Oh, glorioso San Francisco de Paula!, por la gran paciencia con la que soportaste las adversidades que encontraste en el largo recorrido de tu vida, ayúdanos a dominar nuestra naturaleza a fin de que, viviendo siempre contentos, nos impacientemos sólo en contra de nuestras malas costumbres, y nunca contra nuestros semejantes. ¡Oh pacientísimo Santo!, dígnate conseguirnos del buen Dios, junto con la virtud de paciencia en nuestros trabajos, el perdón de todas nuestras culpas y la gracia que tanto te pedimos. Alcánzanos la paz interior –verdadero distintivo de los hijos de Dios – para que no se turbe ante las tentaciones; de manera que, sufriendo con paciencia las contrariedades de esta vida, nos haga merecedores de gozar contigo la paz de la eterna felicidad. Amén
(En memoria de los 6 años que estuvo san Francisco de Paula en el desierto de Paula rezaremos 3 padrenuestros con Avemaría y gloria o recitamos las Letanías de San Francisco)
LETANÍAS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo
Dios, Espíritu Santo
Trinidad Santa, un solo Dios
Santa María, ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Vírgenes
San Francisco de Paula
Pastor clementísimo
Guardián solícito
Intercesor eficaz
Protector asiduo
Abogado nuestro
Patrón amable
Modelo de penitencia
Norma de humildad
Fundador de los Mínimos
Portaestandarte de la caridad
Seguidor de la pobreza
Regla de la castidad
Padre de los pobres
Amparo de los débiles
Varón lleno del Espíritu Santo
Impetrador de favores
Ayuda en las angustias
Tú, que venciste al demonio y al pecado
Tú, que curaste a los enfermos
Tú, que resucitaste a los muertos
Taumaturgo en todo género de milagros
Santo Padre de los Mínimos, conserva tu familia, te rogamos óyenos.
Santo Padre Francisco de Paula, guarda nuestra ciudad y al mundo entero
Santo Padre, intercede por nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
CANTO
Oh san Francisco glorioso
de Paula realce y honor.
Míranos Tú, bondadoso,
y danos Fe y santo amor.
¡Oh gran Francisco, muy amable Santo,
con tierno corazón de Serafín!
A los devotos que te invocan tanto,
concede gracia y dichoso fin.
¡Oh San Francisco glorioso!…
Después del canto, haremos un momento de silencio, pediremos por todos los fieles difuntos, por el fin de la pandemia, así como la gracia especial que, por intercesión de san Francisco de Paula, deseemos alcanzar.
ORACIÓN GENERAL
Santísimo Padre mío, San Francisco de Paula, yo os suplico por la pasión y muerte de Jesús, de quien fuisteis tan devoto, y por su Santísima Madre, de quien en el desierto recibisteis preciosísimo néctar, me alcancéis el mayor favor que es un amor a todas las virtudes y la perseverancia en ellas; El que no sea yo tan infeliz, que llegue a entrar en el camino de la perfección y no acabe la carrera: antes merezca por vuestra intercesión, un verdadero arrepentimiento de todos mis pecados, que el demonio huya de mi para que no me engañe, ni atienda yo a sus halagos acibarados y llegue al último grado de las virtudes, que es el amor de Dios, y gozar en compañía de la Virgen Madre y de todos los coros de los ángeles, de la vuestra y de todos los demás santos del cielo, los eternos regalos de la gloria. Amén
GOZOS
Sois lucero de humildad,
Francisco en Paula nacido.
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.
Con trabajo corporal
un templo a Dios dedicasteis,
donde milagros obrasteis
que os dan blasón inmortal;
gozando la eternidad
que humilde habéis merecido.
Mínimo de Dios...
Sois de Cristo tan amado,
Francisco glorioso y santo,
que cual nave, vuestro manto,
pasasteis el mar salado,
sin que su ferocidad
ni el viento os haya ofendido.
Mínimo de Dios...
En toda necesidad,
nuestro ruego es de ti, oído,
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.
V/. Ruega por nosotros San Francisco de Paula
R/. Para que seamos dignos de alcanzar, las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, grandeza de los humildes, que has elegido a san Francisco de Paula, Mínimo entre los hermanos, para elevarlo a la gloria de tus santos, concédenos, por su intercesión y a imitación suya, alcanzar de tu misericordia el premio prometido a los humildes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
HIMNO A SAN FRANCISCO DE PAULA
Al Mínimo de Dios querido,
nuestro Padre protector,
himnos de gloria y honor,
cantémosle, cantémosle sin cesar:
Patriarca San Francisco
de Paula nuestro consuelo,
gloria te den tierra y cielo,
por tu grande Caridad.
En día de tribulaciones,
a Ti acude, a Ti acude, Santo mío
este es tu pueblo querido
postrándose ante tu altar
y al pedirte en la oración
un favor hemos sentido;
vuestro manto nuestro nido
y sostén la Caridad.
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