28/4/20

DÍA 4º.- NOVENARIO A SAN FRANCISCO DE PAULA - ALAQUÀS (VALENCIA)

CUARTO DÍA
Contemplando la virtud de la OBEDIENCIA





(+) En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
“Glorioso Padre y Patriarca, San Francisco de Paula, pues os levantasteis con el glorioso renombre de taumaturgo en la Iglesia y sois el plenipotenciario de Dios, interceded con el Señor, si ha de ser para mayor honra y gloria suya y mi salvación, que consiga lo que pido y deseo en esta novena; Alcanzadme esta gracia si me conviene, y si no, enderezad mi petición y pedidle me dé aquello que más me convenga, para que yo consiga la vida eterna y le ame para siempre”.

(Ante la imposibilidad de elevar la alabanza del trisagio, cada persona contemple los misterios del Santo Rosario o la oración de Vísperas, según le sea más práctico o tenga costumbre.)

LECTURA DEL EVANGELIO (Lc 10, 29-37)
"Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Y le dijo Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»"

REFLEXIÓN (Mn. Pedro San Clemente)
En este cuarto día de novenario en honor a san Francisco de Paula, nuestra atención se fija en la virtud de la OBEDIENCIA. La obediencia es como un don de disponibilidad en la búsqueda común y en la realización concreta en nuestra vida de la voluntad de Dios.
La obediencia es una nota distintiva del mismo Cristo y san Pablo nos lo recuerda en la carta a los Romanos de este modo: “Como por la desobediencia de uno, muchos fueron hechos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán hechos justos”.
Saben también que se ha escrito de nuestro santo que la voluntad de Dios, “conocida mediante la obediencia, fue siempre el único principio moderador, tanto en la vida de su espíritu, como en su obrar exterior”. Vamos pues a pedir en este día que así como la vida de Cristo, la del santo de Paula, como la de todos los santos, ha sido una continua obediencia al Padre, también lo sea la nuestra: una entrega generosa a la voluntad de Dios.
Por eso, bueno será que nos preguntemos nosotros hoy al contemplar la virtud de la obediencia en san Francisco de Paula, ¿cómo ando yo de obediencia? Porque hemos de reconocer que en nuestra vida muchas veces se hace presente la desobediencia, el pecado.
Es verdad que cuando meditamos la Palabra de Dios, ésta se nos presenta muchas veces como un bálsamo que cura nuestras heridas, pero otras, se nos presenta como una espada de dos filos que interpela y denuncia, y nos parece especialmente difícil seguirla. Es verdad que el programa que nos ofrece Jesús en el Evangelio es un programa exigente para nuestra conversión pascual y para toda nuestra vida. El amor a Dios y el amor al prójimo que meditábamos ayer al hablar de la caridad no siempre nos resultan fáciles y siempre nos interpela que el amor a Dios debe estar siempre unido al amor al hermano. Cuántas veces sentimos la tentación cuando Jesús nos insta con este único mandamiento que no se puede separar, de responder preguntando también nosotros a Jesús, como aquel doctor de la Ley: ¿y quién es mi hermano? Aquella pregunta del doctor de la Ley dio la oportunidad a Jesús de contar una de las más hermosas páginas de toda la Escritura, la parábola del buen samaritano, que tanto nos ha de interpelar hoy a nosotros cuando nos preguntamos por nuestra obediencia a la voluntad de Dios.
Es posible que sintamos algo de vértigo cuando sometemos nuestra voluntad a la obediencia a Cristo, incluso que podamos pensar que renunciamos a nuestro don más preciado que es nuestra libertad. Pero, como nos diría el apóstol Pablo, sabemos de quién nos fiamos, y sobre todo, sabemos que la verdadera libertad se conserva cuando nos decidimos a escoger lo bueno y verdadero.
Por eso nos recordaba Jesús en el discurso de la montaña que leíamos en los evangelios de los domingos, antes de entrar en el tiempo de la Cuaresma, que nuestra santidad ha de ser más perfecta que la de los fariseos y letrados, que era más bien de apariencia y superficial. Por eso nos advertía con ese juego de palabras: “Habéis oído que se dijo a los antiguos… Pues yo os digo…”. En nuestro camino de obediencia a Cristo, siguiendo el ejemplo de san Francisco de Paula, no podemos contentarnos con el cumplimiento, sino que hemos de buscar la conversión de las actitudes interiores, además de los hechos exteriores: los juicios, las intenciones, las envidias y rencores. No sólo reconciliarnos con Dios sino también con el hermano. Y, si es el caso, dar prioridad a este entendimiento con el hermano, más incluso que a la ofrenda de sacrificios a Dios en el altar, sin olvidar de hacerla una vez reconciliados.
Contemplar la virtud de la obediencia en el santo de Paula ha de llevarnos a pensar un poco más en nuestro camino de crecimiento en la fe. Nos urge a crecer en la búsqueda de la voluntad de Dios, a crecer en este camino de obediencia a Dios, porque a menudo experimentamos nuestra debilidad y cansancio, experimentamos cómo el polvo del camino se va pegando no sólo a las sandalias sino a todo nuestro cuerpo.
Es muy probable que en este camino de obediencia a la voluntad de Dios lo que más nos pueda costar es el amor al prójimo. Pero, ¿Cómo podremos celebrar con Cristo la Pascua, si continuamos con los viejos rencores con los hermanos?
Como San francisco de Paula reconocemos que nuestra vida no tiene otro sentido que el amor a Dios y a los hermanos, no tiene otro sentido que entrar en la obediencia a la voluntad de Dios, pues la existencia humana es un camino que arranca de Dios y en el termina. Y al que pone su corazón en Dios, Dios no le quita nada, sino que lo llena de gracia y felicidad, no le resta un ápice de libertad sino que la lleva a su plenitud.

ORACIÓN PARA PEDIR LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA
¡Oh, glorioso San Francisco de Paula!, modelo de perfecta obediencia al no tener otra voluntad que la de Dios. A nosotros que hasta ahora hemos sido esclavos de nuestra propia libertad, alcánzanos la gracia de tener como única norma de nuestro obrar la santa voluntad de Dios. Tú, que por la práctica de tan excelsa virtud mereciste que Dios secundara todos tus deseos, alcánzanos, te rogamos, seguir siempre y con prontitud todo lo que Dios y la Iglesia nos enseñan. Esperamos así hacernos merecedores de la gracia por la que tanto suspiramos y que ansiosamente confiamos alcanzar por tu intercesión. Amén.

(En memoria de los 6 años que estuvo san Francisco de Paula en el desierto de Paula rezaremos 3 padrenuestros con Avemaría y gloria o recitamos las Letanías de San Francisco)

LETANÍAS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo
Dios, Espíritu Santo
Trinidad Santa, un solo Dios
Santa María, ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Virgenes
San Francisco de Paula
Pastor clemetísimo
Guardián solícito
Intercesor eficaz
Protector asiduo
Abogado nuestro
Patrón amable
Modelo de penitencia
Norma de humildad
Fundador de los Mínimos
Portaestandarte de la caridad
Seguidor de la pobreza
Regla de la castidad
Padre de los pobres
Amparo de los débiles
Varón lleno del Espíritu Santo
Impetrador de favores
Ayuda en las angustias
Tú, que venciste al demonio y al pecado
Tú, que curaste a los enfermos
Tú, que resucitaste a los muertos
Taumaturgo en todo género de milagros
Santo Padre de los Mínimos, conserva tu familia, te rogamos óyenos.
Santo Padre Francisco de Paula, guarda nuestra ciudad y al mundo entero
Santo Padre, intercede por nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

CANTO

Oh san Francisco glorioso
de Paula realce y honor.
Míranos Tú, bondadoso,
y danos Fe y santo amor.

¡Oh gran Francisco, muy amable Santo,
con tierno corazón de Serafín!
A los devotos que te invocan tanto,
concede gracia y dichoso fin.
¡Oh San Francisco glorioso!, …

Después del canto, haremos un momento de silencio, pediremos por todos los fieles difuntos, por el fin de la pandemia, así como la gracia especial que, por intercesión de san Francisco de Paula, deseemos alcanzar.

ORACIÓN GENERAL
Santísimo Padre mío, San Francisco de Paula, yo os suplico por la pasión y muerte de Jesús, de quien fuisteis tan devoto, y por su Santísima Madre, de quien en el desierto recibisteis preciosísimo néctar, me alcancéis el mayor favor que es un amor a todas las virtudes y la perseverancia en ellas; El que no sea yo tan infeliz, que llegue a entrar en el camino de la perfección y no acabe la carrera: antes merezca por vuestra intercesión, un verdadero arrepentimiento de todos mis pecados, que el demonio huya de mi para que no me engañe, ni atienda yo a sus halagos acibarados y llegue al último grado de las virtudes, que es el amor de Dios, y gozar en compañía de la Virgen Madre y de todos los coros de los ángeles, de la vuestra y de todos los demás santos del cielo, los eternos regalos de la gloria. Amén

GOZOS
Sois lucero de humildad,
Francisco en Paula nacido.
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.

Día que Cristo murió,
quiso Francisco murieseis,
porque a su gloria partieseis
cuando la luz nos faltó;
más con nueva claridad
después habéis parecido.
Mínimo de ...

Sois en la tormenta puerto,
dais lengua al que nació mudo,
sois contra el demonio escudo,
y resurrección del muerto;
en cualquiera enfermedad,
sois médico esclarecido.
Mínimo de Dios ...

En toda necesidad,
nuestro ruego es de ti, oído,
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.

Ruega por nosotros San Francisco de Paula
R/. Para que seamos dignos de alcanzar, las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

oración
Señor, Dios nuestro, grandeza de los humildes, que has elegido a san Francisco de Paula, Mínimo entre los hermanos, para elevarlo a la gloria de tus santos, concédenos, por su intercesión y a imitación suya, alcanzar de tu misericordia el premio prometido a los humildes.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Himno de San Francisco de Paula.
Al Mínimo de Dios querido,
nuestro Padre protector,
himnos de gloria y honor,
cantémosle, cantémosle sin cesar:
Patriarca San Francisco
de Paula nuestro consuelo,
gloria te den tierra y cielo,
por tu grande Caridad.

En día de tribulaciones,
a Ti acude, a Ti acude, Santo mío
este es tu pueblo querido
postrándose ante tu altar
y al pedirte en la oración
un favor hemos sentido;
vuestro manto nuestro nido

y sostén la Caridad.

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