CUARTO DÍA
Contemplando la virtud de la OBEDIENCIA
(+)
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
“Glorioso
Padre y Patriarca, San Francisco de Paula, pues os levantasteis con
el glorioso renombre de taumaturgo en la Iglesia y sois el
plenipotenciario de Dios, interceded con el Señor, si ha de ser para
mayor honra y gloria suya y mi salvación, que consiga lo que pido y
deseo en esta novena; Alcanzadme esta gracia si me conviene, y si no,
enderezad mi petición y pedidle me dé aquello que más me convenga,
para que yo consiga la vida eterna y le ame para siempre”.
(Ante
la imposibilidad de elevar la alabanza del trisagio, cada persona
contemple los misterios del Santo
Rosario
o la oración de Vísperas,
según le sea más práctico o tenga costumbre.)
LECTURA DEL EVANGELIO (Lc 10, 29-37)
"Pero
él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi
prójimo?»
Jesús
respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en
manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se
fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino
un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que
pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que
iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y,
acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y
montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y
cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al
posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo
pagaré cuando vuelva." Quién de estos tres te parece que fue
prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El
que practicó la misericordia con él.» Y le dijo Jesús: «Vete y
haz tú lo mismo.»"
REFLEXIÓN (Mn.
Pedro San Clemente)
En
este cuarto día de novenario en honor a san Francisco de Paula,
nuestra atención se fija en la virtud de la OBEDIENCIA. La
obediencia es como un don de disponibilidad en la búsqueda común y
en la realización concreta en nuestra vida de la voluntad de Dios.
La
obediencia es una nota distintiva del mismo Cristo y san Pablo nos lo
recuerda en la carta a los Romanos de este modo: “Como por la
desobediencia de uno, muchos fueron hechos pecadores, así también
por la obediencia de uno, muchos serán hechos justos”.
Saben
también que se ha escrito de nuestro santo que la voluntad de Dios,
“conocida mediante la obediencia, fue siempre el único principio
moderador, tanto en la vida de su espíritu, como en su obrar
exterior”. Vamos pues a pedir en este día que así como la vida de
Cristo, la del santo de Paula, como la de todos los santos, ha sido
una continua obediencia al Padre, también lo sea la nuestra: una
entrega generosa a la voluntad de Dios.
Por
eso, bueno será que nos preguntemos nosotros hoy al contemplar la
virtud de la obediencia en san Francisco de Paula, ¿cómo ando yo de
obediencia? Porque hemos de reconocer que en nuestra vida muchas
veces se hace presente la desobediencia, el pecado.
Es
verdad que cuando meditamos la Palabra de Dios, ésta se nos presenta
muchas veces como un bálsamo que cura nuestras heridas, pero otras,
se nos presenta como una espada de dos filos que interpela y
denuncia, y nos parece especialmente difícil seguirla. Es verdad
que el programa que nos ofrece Jesús en el Evangelio es un programa
exigente para nuestra conversión pascual y para toda nuestra vida.
El amor a Dios y el amor al prójimo que meditábamos ayer al hablar
de la caridad no siempre nos resultan fáciles y siempre nos
interpela que el amor a Dios debe estar siempre unido al amor al
hermano. Cuántas veces sentimos la tentación cuando Jesús nos
insta con este único mandamiento que no se puede separar, de
responder preguntando también nosotros a Jesús, como aquel doctor
de la Ley: ¿y quién es mi hermano? Aquella pregunta del doctor de
la Ley dio la oportunidad a Jesús de contar una de las más hermosas
páginas de toda la Escritura, la parábola del buen samaritano, que
tanto nos ha de interpelar hoy a nosotros cuando nos preguntamos por
nuestra obediencia a la voluntad de Dios.
Es
posible que sintamos algo de vértigo cuando sometemos nuestra
voluntad a la obediencia a Cristo, incluso que podamos pensar que
renunciamos a nuestro don más preciado que es nuestra libertad.
Pero, como nos diría el apóstol Pablo, sabemos de quién nos
fiamos, y sobre todo, sabemos que la verdadera libertad se conserva
cuando nos decidimos a escoger lo bueno y verdadero.
Por
eso nos recordaba Jesús en el discurso de la montaña que leíamos
en los evangelios de los domingos, antes de entrar en el tiempo de la
Cuaresma, que nuestra santidad ha de ser más perfecta que la de los
fariseos y letrados, que era más bien de apariencia y superficial.
Por eso nos advertía con ese juego de palabras: “Habéis oído que
se dijo a los antiguos… Pues yo os digo…”. En nuestro camino de
obediencia a Cristo, siguiendo el ejemplo de san Francisco de Paula,
no podemos contentarnos con el cumplimiento, sino que hemos de buscar
la conversión de las actitudes interiores, además de los hechos
exteriores: los juicios, las intenciones, las envidias y rencores. No
sólo reconciliarnos con Dios sino también con el hermano. Y, si es
el caso, dar prioridad a este entendimiento con el hermano, más
incluso que a la ofrenda de sacrificios a Dios en el altar, sin
olvidar de hacerla una vez reconciliados.
Contemplar
la virtud de la obediencia en el santo de Paula ha de llevarnos a
pensar un poco más en nuestro camino de crecimiento en la fe. Nos
urge a crecer en la búsqueda de la voluntad de Dios, a crecer en
este camino de obediencia a Dios, porque a menudo experimentamos
nuestra debilidad y cansancio, experimentamos cómo el polvo del
camino se va pegando no sólo a las sandalias sino a todo nuestro
cuerpo.
Es
muy probable que en este camino de obediencia a la voluntad de Dios
lo que más nos pueda costar es el amor al prójimo. Pero, ¿Cómo
podremos celebrar con Cristo la Pascua, si continuamos con los viejos
rencores con los hermanos?
Como
San francisco de Paula reconocemos que nuestra vida no tiene otro
sentido que el amor a Dios y a los hermanos, no tiene otro sentido
que entrar en la obediencia a la voluntad de Dios, pues la existencia
humana es un camino que arranca de Dios y en el termina. Y al que
pone su corazón en Dios, Dios no le quita nada, sino que lo llena de
gracia y felicidad, no le resta un ápice de libertad sino que la
lleva a su plenitud.
ORACIÓN PARA PEDIR LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA
¡Oh,
glorioso San Francisco de Paula!, modelo de perfecta obediencia al no
tener otra voluntad que la de Dios. A nosotros que
hasta
ahora hemos sido esclavos de nuestra propia libertad, alcánzanos
la gracia de tener como única norma de nuestro obrar la santa
voluntad de Dios. Tú, que por la práctica de tan excelsa virtud
mereciste que Dios secundara todos tus deseos, alcánzanos, te
rogamos, seguir siempre y con prontitud todo lo que Dios y la Iglesia
nos enseñan. Esperamos así hacernos merecedores de la gracia por la
que tanto suspiramos y que ansiosamente confiamos alcanzar por tu
intercesión.
Amén.
(En
memoria de los 6 años que estuvo san Francisco de Paula en el
desierto de Paula rezaremos 3 padrenuestros con Avemaría y gloria o
recitamos las Letanías de San Francisco)
LETANÍAS
DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Señor,
ten piedad
Cristo,
ten piedad
Señor,
ten piedad
Cristo,
óyenos
Cristo,
escúchanos
Dios,
Padre celestial, ten
misericordia de nosotros
Dios,
Hijo, Redentor del mundo
Dios,
Espíritu Santo
Trinidad
Santa, un solo Dios
Santa
María, ruega
por nosotros
Santa
Madre de Dios
Santa
Virgen de las Virgenes
San
Francisco de Paula
Pastor
clemetísimo
Guardián
solícito
Intercesor
eficaz
Protector
asiduo
Abogado
nuestro
Patrón
amable
Modelo
de penitencia
Norma
de humildad
Fundador
de los Mínimos
Portaestandarte
de la caridad
Seguidor
de la pobreza
Regla
de la castidad
Padre
de los pobres
Amparo
de los débiles
Varón
lleno del Espíritu Santo
Impetrador
de favores
Ayuda
en las angustias
Tú,
que venciste al demonio y al pecado
Tú,
que curaste a los enfermos
Tú,
que resucitaste a los muertos
Taumaturgo
en todo género de milagros
Santo
Padre de los Mínimos, conserva tu familia, te
rogamos óyenos.
Santo
Padre Francisco de Paula, guarda nuestra ciudad y al mundo entero
Santo
Padre, intercede por nosotros
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de
nosotros.
CANTO
Oh
san Francisco glorioso
de
Paula realce y honor.
Míranos
Tú, bondadoso,
y
danos Fe y santo amor.
¡Oh
gran Francisco, muy amable Santo,
con
tierno corazón de Serafín!
A
los devotos que te invocan tanto,
concede
gracia y dichoso fin.
¡Oh
San Francisco glorioso!, …
Después
del canto, haremos un momento de silencio, pediremos por todos los
fieles difuntos, por el fin de la pandemia, así como la gracia
especial que, por intercesión de san Francisco de Paula, deseemos
alcanzar.
ORACIÓN
GENERAL
Santísimo
Padre mío, San Francisco de Paula, yo os suplico por la pasión y
muerte de Jesús, de quien fuisteis tan devoto, y por su Santísima
Madre, de quien en el desierto recibisteis preciosísimo néctar, me
alcancéis el mayor favor que es un amor a todas las virtudes y la
perseverancia en ellas; El que no sea yo tan infeliz, que llegue a
entrar en el camino de la perfección y no acabe la carrera: antes
merezca por vuestra intercesión, un verdadero arrepentimiento de
todos mis pecados, que el demonio huya de mi para que no me engañe,
ni atienda yo a sus halagos acibarados y llegue al último grado de
las virtudes, que es el amor de Dios, y gozar en compañía de la
Virgen Madre y de todos los coros de los ángeles, de la vuestra y de
todos los demás santos del cielo, los eternos regalos de la gloria.
Amén
GOZOS
Sois
lucero de humildad,
Francisco
en Paula nacido.
Mínimo
de Dios querido,
nuevo
sol de caridad.
Día
que Cristo murió,
porque
a su gloria partieseis
cuando
la luz nos faltó;
más
con nueva claridad
después
habéis parecido.
Mínimo
de ...
Sois
en la tormenta puerto,
dais
lengua al que nació mudo,
sois
contra el demonio escudo,
y
resurrección del muerto;
en
cualquiera enfermedad,
sois
médico esclarecido.
Mínimo
de Dios ...
En
toda necesidad,
nuestro
ruego es de ti, oído,
Mínimo
de Dios querido,
nuevo
sol de caridad.
Ruega
por nosotros San Francisco de Paula
R/.
Para que seamos dignos de alcanzar, las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.
oración
Señor,
Dios nuestro, grandeza de los humildes, que has elegido a san
Francisco de Paula, Mínimo entre los hermanos, para elevarlo a la
gloria de tus santos, concédenos, por su intercesión y a imitación
suya, alcanzar de tu misericordia el premio prometido a los humildes.
Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén
Himno
de San Francisco de Paula.
Al
Mínimo de Dios querido,
nuestro
Padre protector,
himnos
de gloria y honor,
cantémosle,
cantémosle sin cesar:
Patriarca
San Francisco
de
Paula nuestro consuelo,
gloria
te den tierra y cielo,
por
tu grande Caridad.
En
día de tribulaciones,
a
Ti acude, a Ti acude, Santo mío
este
es tu pueblo querido
postrándose
ante tu altar
y
al pedirte en la oración
un
favor hemos sentido;
vuestro
manto nuestro nido
y
sostén la Caridad.
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