Esta es la imagen espiritual de los frailes mínimos de S. Francisco de Paula:
El fraile mínimo es un hombre que se reconoce a sí mismo como don de Dios. Acepta la propia fragilidad. No tiene miedo de mirarse tal y como es, es decir, necesitado de perfección. Sólo quien aprende a conocerse a sí mismo, puede tener un encuentro positivo con los demás, con la naturaleza, con Dios.
El "mínimo" es un hombre que vive su humanidad junto a los otros. Sin la relación con un "tú" no se puede ser persona auténtica. El fraile mínimo, al acoger a los demás, descubre la posibilidad de construir una comunidad de hijos de Dios. Para él la relación con Dios es la relación fundamental y privilegiada que da sentido a su vida; y Dios no es un Dios lejano e inaccesible, sino el Dios-con-nosotros, el Dios que se ha hecho hombre y compañero de camino.
El fraile mínimo no se coloca fuera de la trama social, ni mucho menos es sólo espectador de los acontecimientos humanos. Su relación con el mundo no es de contraposición, ni de huída, sino de escucha, de intercambio y diálogo. Él está en el mundo aunque no es del mundo, para ayudar al mundo a mirar y a caminar más allá de la historia.
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