“Al día siguiente un criado de Palacio me trajo una carta
de la Camarera mayor, la condesa de Mérode, que la Reina (de Bélgica) me avisaba que para
Mayo se haría en los Mínimos (St. Jean et
Étienne aux Minimes) el mes de María con misa y manifiesto, que se
empezaría a las 10 y a las 12 se acabaría para que yo pudiera, sin faltar al
almuerzo de mi casa, asistir a la función, que supe después costeó esta función
la Reina para mí. Me pusieron un estrado con sillones, y esto hizo conocer era
para mí y me esperaban siempre” (Autobiografía
9, 10)
“Ellas a su vez me hicieron muchas preguntas, y me contaron
al saber que iba con mi cuñada de viaje, y que no tenía familia en tantos años
de casada, los milagros que había hecho con muchas conocidas suyas San
Francisco de Paula haciéndole una trecena, con misa y vela en la mano 13
viernes seguidos y que no había ejemplar de una sola señora que no lo lograra;
lo apunté en mi cartera pues no conocía tal Santo, y dudé lo hubiera en España
(…) Como me contaron tantos milagros de este Santo que todo lo hacía en caridad
y ése era justamente mi afán, todo en caridad y por caridad, y desde entonces
le tuvimos siempre devoción a este Santo las dos” (Autobiografía 12, 6)
“El día en que yo
me hallé más apurada, al volver de misa con mi cuñada, me dicen que han venido
dos hombres, el uno con una cuenta muy incomodado y otro señor alto. Yo dije a
mi cuñada que me preguntó: “El uno ha venido a pedir dinero y el otro a
traerlo, que ya lo he pedido yo al Señor en la misa”. Así fue. Llegó un señor
alto de casa de la duquesa de Medinaceli. Al ver dinero envuelto se lo puse a
san Francisco de Paula, rogándole pagara con él la cuenta del Colegio, pues yo
no tenía un cuarto y enseguida vino el otro con su cuenta.
- ¿Cuánto es?, le
pregunté temblando.
- Quinientos
reales, creo.
Cogí el paquete
con una fe y una confianza grande, pues no lo había abierto yo.
- Cuente usted, le
dije.
Contó y era justa
la cuenta. No sabía yo luego cómo dar a Dios las gracias” (Autobiografía 24, 7)
“Y tenía ofrecido si lo pagaba (la deuda en la que la dejaron las religiosas francesas),
nombrar tesorero a San Francisco de Paula, pues tan repetidos milagros hacía el
Santo para sacarme de mis apuros y gastos de mis pobres; y decidí se le hiciera
los viernes una Trecena en pago de haberme sacado milagrosamente de mis apuros
en favor de mi Colegio, que como nadie lo apoyaba, me costaban dobles penas y
sacrificios” (Autobiografía 26, 2)
“Entonces se me ocurrió ponerme el escudo que el Arcángel
San Miguel trajo a San Francisco de Paula, y como yo tolo lo hago por caridad y
me hallaba yo a la práctica ser esclava de la Caridad, me puse el escudo de CHARITAS
(como medalla en el hábito), de
oro tal cual la vida del Santo lo decía” (Autobiografía 35, 3)
“Como eran tantos
los que atacaban mi Colegio y se hablaba tan mal de mí, y decían lo iba a dejar
y cerrar, tenía una cuenta con un comerciante de cerca del Colegio. Se alarmó
con estas habladurías de las gentes, de tal modo que por miedo de que no le
pagara se vino a pedir su cuenta de suministros que subía a 14 mil reales la
víspera de la fiesta de San Francisco de Paula.
Dijo de un modo
furioso que vendría por el dinero al día siguiente y que si no, que ya vería
yo. Yo ni tenía dinero ni sabía de dónde buscarlo, pues pasaba grandes
apuros.
Ya hacía tiempo
había trabajado por la paz de una numerosa familia, y me debieron el arreglo de
asuntos de grande interés. Hechas las paces quisieron hacerme una expresión,
como una memoria, y regalarme un brazalete, y comprendiendo que no tenía uso
para mí, prefirieron darme una limosna. El día de San Francisco de Paula, les
pareció a propósito para esta memoria, y se vino a tomar la comunión a la
capilla y acompañarme al chocolate. Yo disimulé la pena que tenía de la
cuenta del comerciante y pedí a Dios y al santo Tesorero en su día hiciera uno
de los muchos milagros que me hace de continuo. Tomamos chocolate y al
marcharse esta señora me dice: “Esta cartita para mis hermanitas las
Desamparadas”. Se fue y cuál fue mi sorpresa al hallar en vez de carta,
billetes de Banco. “Que llamen a esa señora y le digan que se ha equivocado”.
“Que no, respondió ella, que es para las Desamparadas”. Llegó el comerciante y
le di la carta, segura (de que) sería la cantidad. Contó y era justo su cuenta,
que le sorprendió y me dio mil disculpas" (Autobiografía 43, 5)
“Profesaba
especialísima devoción a san Francisco de Paula, a quien siempre oí que
llamaba su tesorero, y lo
nombró patrono de las hijas de casa, por cuyo motivo llevan estas como
distintivos, además de un crucifijo, el escudo de san Francisco de Paula. La
sierva de Dios atribuía a la intercesión del santo muchos de los socorros que
había recibido en momentos de apuro. También lo invocó para que alcanzara del
cielo sucesión a sus hermanos los Excmos. Sres. condes de la Vega del Pozo y
afirmaba que por una patente mediación del santo lograron sus hermanos tener
una hija, que es la actual condesa del citado título. No puedo precisar las
circunstancias, porque la sierva de Dios creía que era miraculosa esta
sucesión. Sólo recuerdo que hablaba de cierta enfermedad que padecía su cuñada
y que contra el parecer de los médicos más notables de España y de Francia, al
concluir un trecenario al glorioso san Francisco, ante la evidencia de los
hechos, hubieron de declararse vencidos los médicos.” (Proceso informativo de Valencia, f. 726)
“La H. María de la
Anunciación declara haber acompañado a la Madre Sacramento, con su cuñada y
María Josefa Angulo, hacia el año 1856, a la iglesia de las Calatravas de
Madrid donde se veneraba una imagen de San Francisco de Paula, para alcanzar
sucesión a los condes del Rodezno, cuya gracia les fue concedida” (Proceso informativo de Valencia, f. 929)
La Madre sacramento, en efecto, recurría a San Francisco de
Paula en sus apuros económicos, poniendo en su imagen un talego de dinero “y
jamás se le puso (…) que lo dejase de llenar” (Relación de favores divino, 183s)
En las notas de gastos de Micaela, el 14 de julio de 1850,
aparece una nota que dice “por teñir un vestido, 40 rs”; y el 8 de septiembre
se encuentra la compra de un cordón de San Francisco de Paula por 20 reales y
un escudo de plata, también de San Francisco de Paula, de 6 reales (cf. Notas
de gastos, año 1850)
“Busque V. al mejor grabador que haga una lámina a la
medida de las Constituciones de la plancha del papel adjunto, corrigiendo las
Adoratrices del modo siguiente: (comienza
a indicar cómo ha de corregirse el grabado según el ejemplar que ha visto,
entre las indicaciones se encuentra la que sigue) La custodia que sea la
de Casa del corazón, y que sea igual en un todo y como se puede fotografiar,
saldrá luego lo más mínimo, para que el grabador lo haga bien. Que S. Francisco
no esté tan echado atrás, que está muy tieso y no hace bonito, que el CHARITAS
se lo hagan más pequeño, los rayos que suban algo por encima de la custodia, y
no luce” (Carta a D. Laureano
Albaladejo. Madrid. Desde Zaragoza, 3 de marzo de 1862)
A propósito de su
epistolario, decir que en muchas de las mismas firmaba como Mínima Sacramento,
del mismo modo, el escudo de la congregación sigue portando hoy el emblema
Charitas y en todas las casas se dispone siempre en lugar privilegiado la
imagen del santo tesorero.
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