"Por
ello, como cualquier otro hombre de Dios, también Francisco albergaba
un vivísimo interés por María, no separado sino precedido del amor por
Cristo. Escribe Bellantonio: “Toda la dignidad, la grandeza, la
gloria de María ha venido por Jesús; por tanto, San Francisco de Paula
se dirige a ella, en su piedad, como unida inseparablemente a su Hijo
Jesucristo.”
Esto
no es difícil de entender para quien consigue colocar en la dimensión
correcta y debida la devoción a la Virgen Madre de Dios. Sin
menospreciar la religiosidad popular a la que también Francisco se
adhería, queda claro que su veneración a Nuestra Señora se conjugaba con
la afirmación del primado de Jesús, como se pone de manifiesto no sólo
en el famoso binomio Jesús-María que era repetido en las exclamaciones
de Francisco, sino también en las actitudes significativas de devoción a
la Virgen.
Éstas las hallamos sobre todo durante la infancia, por ejemplo cuando el pequeño Francisco rehúsa la invitación de la Madre a cubrirse la cabeza mientras está recitando el rosario en la iglesia: “Madre mía, si en este momento yo hablase con la reina de Nápoles, ¿me dirías que tuviese la cabeza cubierta? Pues bien, ¿no es mucho más importante la reina del cielo con la que hablamos?”
De la obra "La vida y la espiritualidad del fundador de la Orden de los Mínimos"
del P. Gianfranco Scarpitta O. M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario