27/4/20

DÍA 3º.- NOVENARIO A SAN FRANCISCO DE PAULA - ALAQUÀS (VALENCIA)

TERCER DÍA 
Contemplando la virtud de la CARIDAD


(+) En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS 
“Glorioso Padre y Patriarca, San Francisco de Paula, pues os levantasteis con el glorioso renombre de taumaturgo en la Iglesia y sois el plenipotenciario de Dios, interceded con el Señor, si ha de ser para mayor honra y gloria suya y mi salvación, que consiga lo que pido y deseo en esta novena; Alcanzadme esta gracia si me conviene, y si no, enderezad mi petición y pedidle me dé aquello que más me convenga, para que yo consiga la vida eterna y le ame para siempre”.

(Ante la imposibilidad de elevar la alabanza del trisagio, cada persona contemple los misterios del Santo Rosario o la oración de Vísperas, según le sea más práctico o tenga costumbre.)

LECTURA EVANGÉLICA (Mc 12, 28-34)
Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado, le preguntó:
De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante? —El más importante es: “Escucha, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor —contestó Jesús—. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos.
—Bien dicho, Maestro —respondió el hombre—. Tienes razón al decir que Dios es uno solo y que no hay otro fuera de él. Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios.
Al ver Jesús que había respondido con inteligencia, le dijo: —No estás lejos del reino de Dios.
Y desde entonces nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

REFLEXIÓN (Mn. Pedro San Clemente)
Este tercer día de novena nos invita a reflexionar en torno a la virtud de la Caridad que nuestro santo patrón tomó como lema de vida.
La caridad es la virtud por excelencia, pero hemos de reconocer que la caridad ha sido muy mal interpretada: empezando por el conocido refrán “la caridad bien entendida comienza por uno mismo”, que teniendo razón en el fondo (hay que cuidarse y tener una sana autoestima), luego se traduce en actitudes egoístas: “yo primero y luego los demás”. A partir de ahí, la caridad se identifica con “dar limosna”, o sólo con dar “ropa”, o bolsas de comida.
Si nos fijamos, solemos entender la “caridad” como la actitud con la que alguien da de lo que le sobra, desde una situación de presunta superioridad, a quienes están en presunta inferioridad, pero sin un verdadero compromiso personal ni social para buscar realmente el bien de la otra persona.
Y otra mala interpretación de la caridad es limitarla a temas materiales. La caridad abarca mucho más, porque la “charitas”, el amor, es algo constitutivo del ser humano y por tanto, la caridad debe atender todas las dimensiones del ser humano.
Para no malinterpretar la caridad, tenemos el ejemplo de san Francisco de Paula. Él y su familia de frailes desplegaron un verdadero apostolado social, cuya divisa era la palabra “Charitas”, que será el emblema de su Orden religiosa. La austeridad de vida, la oración y la contemplación, y el servicio de la caridad, serán los pilares que sostendrán su vida y que obrarán el “milagro” de transformar una realidad social que parecía inamovible.
En nuestra sociedad todos estamos de acuerdo en que la solidaridad es un valor para construir un mundo más justo. Pero a los cristianos nos gusta más el término caridad porque como nos recuerda la Doctrina Social de la Iglesia incluye la solidaridad. Y para evitar deformaciones y mostrar lo que es la caridad cristiana, necesitamos saber en primer lugar dónde sustentamos dicha caridad.
Vivimos en un mundo relativista que no reconoce nada como definitivo y que deja como medida última el propio yo y sus apetencias. Para los cristianos la verdad existencial se encuentra en el Amor primero, y que tiene un rostro, Jesucristo. Quien se encuentra con Cristo Resucitado sabe que ese Amor entregado es verdadero.
Ese Amor es el apoyo donde encontrar seguridad, confianza y esperanza. Y desde ahí, transformados por Él, miramos la realidad con una perspectiva constructiva desde la caridad. Salimos de nosotros mismos buscando el bien de todos.
Así, la definición de san Juan “DIOS ES AMOR” se convierte para nosotros, seguidores de Cristo, en una invitación a concretar esta afirmación fundamental en nuestras respectivas realidades. Porque si de verdad creemos que Dios es amor, ése será el rostro que debemos procurar reflejar en nuestra vida: en la vida concreta de cada uno, en la vida de mi grupo, en la Orden Mínima Seglar, en la vida de la Comunidad Parroquial, en la vida de la Iglesia entera.
La caridad, pues, no es simplemente “limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados”. Para nosotros, es la “virtud teologal que consiste en amar a Dios y al prójimo”, y desde ese amor asumimos una actitud solidaria con el sufrimiento ajeno.
Una caridad que hay que saber vivir en un sentido amplio. Si amamos realmente a Dios, hay que amar real y concretamente al hermano, buscando su mayor bien, y ese amor incluye la “caridad social”. Amar realmente al prójimo es algo que va más allá de aliviar una necesidad momentánea. Supone ponerse a su lado y buscar qué está causando su indigencia, sea del tipo que sea.
Vivir la caridad es muchísimo más que dar comida y ropa usada, o dar limosna. La caridad mira a la persona, pero a la persona en su globalidad, en su integridad, en sus circunstancias, y en esa situación empieza a manifestarse con obras la “caridad”, el amor.
Quizá nos parezca que podemos hacer poca cosa ante tantas necesidades. Pero san Francisco de Paula y sus “Mínimos” son una prueba de que nuestra fe fortalecida con la formación, alimentada con la oración y la Eucaristía y revitalizada con la acción y el compromiso por el Reino, puede seguir obrando el milagro de que el Evangelio y su fuerza transformadora vaya arraigando en las personas, para que se vaya haciendo realidad el Reino de Dios y que el Señor Resucitado nos invita a construir, como san Francisco de Paula, desde un estilo de vida coherente con la fe.

ORACIÓN PARA PEDIR LA VIRTUD DE LA CARIDAD
¡Oh sol luminoso de caridad, glorioso San Francisco de Paula!, míranos humildemente postrados a tus pies para rogarte inflames nuestros corazones con el mismo amor a Dios con el que estuvo tan abrasado el tuyo en la tierra, para que, anteponiéndolo a todas las criaturas y a todos los bienes de la tierra, nos sea concedido siempre y en todo realizar su voluntad. En virtud de este amor divino, ¡oh benignísimo Protector nuestro!, tenemos la viva confianza de obtener la gracia que tan ansiadamente esperamos de la Bondad Infinita, y por la cual interponemos una vez más tu valiosa intercesión. Amén

(En memoria de los 6 años que estuvo san Francisco de Paula en el desierto de Paula rezaremos 3 padrenuestros con Avemaría y gloria o recitamos las Letanías de San Francisco)

LETANÍAS DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo
Dios, Espíritu Santo
Trinidad Santa, un solo Dios
Santa María, ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Virgenes
San Francisco de Paula
Pastor clemetísimo
Guardián solícito
Intercesor eficaz
Protector asiduo
Abogado nuestro
Patrón amable
Modelo de penitencia
Norma de humildad
Fundador de los Mínimos
Portaestandarte de la caridad
Seguidor de la pobreza
Regla de la castidad
Padre de los pobres
Amparo de los débiles
Varón lleno del Espíritu Santo
Impetrador de favores
Ayuda en las angustias
Tú, que venciste al demonio y al pecado
Tú, que curaste a los enfermos
Tú, que resucitaste a los muertos
Taumaturgo en todo género de milagros
Santo Padre de los Mínimos, conserva tu familia, te rogamos óyenos.
Santo Padre Francisco de Paula, guarda nuestra ciudad y al mundo entero
Santo Padre, intercede por nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

CANTO

Oh san Francisco glorioso
de Paula realce y honor.
Míranos Tú, bondadoso,
y danos Fe y santo amor.

Protege a la Iglesia Madre nuestra,
sé firme de la patria protector,
y a todos libre, tu potente diestra
de toda seducción y todo error.

¡Oh San Francisco glorioso!, …

Después del canto, haremos un momento de silencio, pediremos por todos los fieles difuntos, por el fin de la pandemia, así como la gracia especial que, por intercesión de san Francisco de Paula, deseemos alcanzar.

ORACIÓN GENERAL
Santísimo Padre mío, San Francisco de Paula, yo os suplico por la pasión y muerte de Jesús, de quien fuisteis tan devoto, y por su Santísima Madre, de quien en el desierto recibisteis preciosísimo néctar, me alcancéis el mayor favor que es un amor a todas las virtudes y la perseverancia en ellas; El que no sea yo tan infeliz, que llegue a entrar en el camino de la perfección y no acabe la carrera: antes merezca por vuestra intercesión, un verdadero arrepentimiento de todos mis pecados, que el demonio huya de mi para que no me engañe, ni atienda yo a sus halagos acibarados y llegue al último grado de las virtudes, que es el amor de Dios, y gozar en compañía de la Virgen Madre y de todos los coros de los ángeles, de la vuestra y de todos los demás santos del cielo, los eternos regalos de la gloria. Amén

GOZOS

Sois lucero de humildad,
Francisco en Paula nacido.
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.

Con tal celo a Dios amasteis
que todo temor huyendo,
en medio de un horno ardiendo
sin lesión alguna entrasteis,
donde por vuestra bondad
fénix de Dios habéis sido.
Mínimo de Dios ...

Una suprema virtud
del cielo os fue concedida
para dar a los muertos vida
y a los enfermos salud,
al cautivo libertad
contento al ciego y tullido.
Mínimo de Dios ...

En toda necesidad,
nuestro ruego es de ti, oído,
Mínimo de Dios querido,
nuevo sol de caridad.

Ruega por nosotros San Francisco de Paula
R/. Para que seamos dignos de alcanzar, las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

oración
Señor, Dios nuestro, grandeza de los humildes, que has elegido a san Francisco de Paula, Mínimo entre los hermanos, para elevarlo a la gloria de tus santos, concédenos, por su intercesión y a imitación suya, alcanzar de tu misericordia el premio prometido a los humildes.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Himno de San Francisco de Paula.

Al Mínimo de Dios querido,
nuestro Padre protector,
himnos de gloria y honor,
cantémosle, cantémosle sin cesar:
Patriarca San Francisco
de Paula nuestro consuelo,
gloria te den tierra y cielo,
por tu grande Caridad.

En día de tribulaciones,
a Ti acude, a Ti acude, Santo mío
este es tu pueblo querido
postrándose ante tu altar
y al pedirte en la oración
un favor hemos sentido;
vuestro manto nuestro nido

y sostén la Caridad.

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