3/7/22

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)



Domingo XIV del tiempo ordinario (Ciclo C)

Las lecturas de este domingo nos invitan a tener confianza en Dios y anunciar el Evangelio.

La Primera Lectura del Profeta Isaías (Is 66, 10-14) nos habla de la restauración de Jerusalén. Dios sostiene la obra y el pueblo confía en él. Y el profeta nos presenta Israel como: “un hijo a quien su madre consuela... Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas”. “Así os consolaré Yo” dice el Señor a Israel. Y al ver esta consolación de Dios el pueblo se alegra. Así se manifiesta el poder de su Dios.

El poder de Dios multiplica la eficacia de las obras de nuestras manos y hemos de tener confianza en Él como lo hizo su hijo pues como dice san Pablo en la segunda lectura (Ga 6, 14-18), Dios “No permita que nos gloriemos en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo”.

Aceptación de la cruz que no es la cruz del “sacrificio” sin sentido, sino el patíbulo del amor consumado. Por eso Pablo no puede permitir que se oculte o se disimule la cruz del evangelio. Es más, la cruz se hace evangelio, se hace buena noticia.

De hecho, en el Evangelio (Lc 10, 1-12.17-20) Jesús envía a los 72 discípulos para anunciar esta buena noticia al mundo. Y esa misión requiere de sus discípulos una confianza absoluta en el poder de Dios.

Como “corderos en medio de lobos”, mandó Jesús a los primeros discípulos, advirtiéndoles que la cosecha era grande y los trabajadores pocos. Los mandó por delante de Él “a los pueblos y lugares a donde pensaba ir”, invitándoles a desear la paz en cada casa.

Pero el evangelio, buena noticia, no es percibido y recibido de la misma manera por todos los hombres, porque es una provocación para los intereses de este mundo. Por eso al decirles a sus discípulos que los envía “como corderos en medio de lobos”, parece anunciarles peligros serios que lleva la tarea de la evangelización.

Hoy el Señor nos repite este mandato a todos nosotros que hemos de evangelizar también sin miedo ni vergüenza pues hemos de confiar no en nuestras propias fuerzas, sino en el poder de Dios.

Pero no hay que ser un especialista de la sagrada escritura para evangelizar. Debemos, sí, prepararnos un poquito cada día, leyendo la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica, libros, revistas y sitios web de formación católica, etc.

Lo más importante es hacer como san Francisco de Paula es decir hablar con Dios y hablar de Dios para que así Dios se revele a nosotros y llegue a los demás. De allí que –primero que nada- Dios primero en todo de la salida del sol hasta su ocaso.

¿Y cómo prepararnos cada día? En la oración frecuente y constante. En la recepción de los Sacramentos también frecuente y constante. Y en la práctica frecuente y constante de las buenas obras.

Así la oración, los sacramentos y las buenas obras nos van haciendo instrumentos dóciles en las manos del Señor, para que Él pueda actuar a través de nosotros. ¡Paz a vosotros!

P. Désiré  O. M. 
Convento de Sevilla

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