12/6/22

LA SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


La Solemnidad de la Santísima Trinidad

Celebramos hoy la Solemnidad de la Santísima Trinidad, un solo Dios en tres personas. Puede parecer pretencioso para nosotros seres humanos pretender hablar de la esencia de Dios.

Sin embargo podemos entender mutatis mutandis el misterio de un solo Dios en tres personas cuando hablamos del matrimonio que es la formación de dos personas en una sola carne.

Delante de este misterio tan inmenso, nuestra actitud como hijos/as de San Francesco de Paola es la oración, adoración, y alabanza orientada a la charitas de Dios Padre, en la fiel imitación de Jesucristo, bajo la guía e iluminación del Espíritu sanctus.

La Palabra de Dios de esta solemnidad nos invita a meditar sobre la esencia de Dios.

La Primera Lectura (Prov. 8, 22-31) nos habla de la Sabiduría. Y al hablar de la Sabiduría se nos va mostrando el inmenso poder de Dios, y la sabiduría misma como si fuera una criatura de Dios, a veces como si fuera Dios mismo y en otros lugares, se nos dice que por la Sabiduría “los hombres se salvarán” (Sb 9, 18).

Es importante reconocer que la Sabiduría es una figura de Cristo y reflejo de su actividad, pues Cristo es la Palabra hecha carne que nos salva (Jn 1,1).

En el Evangelio (Jn 16, 12-15) Jesús nos habla de sí mismo, y también del Padre y del Espíritu como el “Espíritu de Verdad” que nos irá guiando hasta la perfecta unión entre las Tres Personas, cuya Sabiduría es comunicada a nosotros.

Dicho en palabras de San Atanasio: todo nos viene del Padre, por la gracia del Hijo, y todo es repartido por el Espíritu Santo.

De allí la frase de San Pablo (cf. 2 Cor 13, 14) con que se inicia la Santa Misa: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes”.

La Segunda Lectura de San Pablo a los romanos (Rm 5, 1-5) nos explica que en la Santísima Trinidad el Padre es Amor, el Hijo es la Gracia y el Espíritu Santo es la comunicación del Amor y la Gracia el cual la infunde en nuestros corazones.

Sin embargo, algunos en nuestros días se están construyendo un “dios” a su manera, que no puede amar.

Nosotros creemos en personas, y cuando hablamos de Dios y con Dios hablamos de Personas y con Personas, es decir: o hablo con el Padre, o hablo con el Hijo, o hablo con el Espíritu Santo, o hablo con los Tres.

Y estas Tres Personas que son cada una el mismo y único Dios, se aman entre sí y nos aman a nosotros con un Amor que es Infinito, como Infinito es Dios.

Si amamos a Dios como Él desea ser amado por nosotros y si nos amamos entre nosotros con ese amor con que Dios nos ama, estaremos unidos a Dios para toda la eternidad.

Pero aún en el más allá, cuando esa unión se dará a plenitud, Dios seguirá siendo Tres Personas y nosotros seguiremos siendo también personas.

Padre Désiré O. M.
12/06/22 - Sevilla

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