La fiesta de Pentecostés es “nacer de nuevo” o sea “convertíos”
Estamos celebrando “Pentecostés”, cincuenta días después de la Resurrección. “Pentecostés”, día de la venida del Espíritu Santo a los Apóstoles, reunidos con la Santísima Virgen María en el cenáculo. Jesús había hablado de Pentecostés en varias oportunidades y una de las personas a quien habló Jesús sobre el Espíritu Santo fue a Nicodemo.
Nicodemo era maestro de la Ley, pero quería aprender del verdadero Maestro. Tanto aprendió y tanto creyó en Jesús acerca de “¿cómo puede volver a nacer un hombre ya viejo?” pues “el que no renace del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios. Y ¿qué es nacer de nuevo? Para entender esto, no hay más que ver a los Apóstoles antes y después de Pentecostés.
Antes de Pentecostés…
Los apóstoles eran como todos nosotros: torpes para entender las Sagradas Escrituras y las enseñanzas que recibieron directamente del Señor. También eran débiles en su fe, deseosos de los primeros puestos y envidiosos entre ellos. Además, tenían muchísimo miedo de que los reconocieran como seguidores de Jesús.
Después de Pentecostés…
Los apóstoles cambiaron totalmente: se lanzaron a predicar sin ningún temor, llenos de sabiduría divina, con un poder de comunicación especial dado por el Espíritu Santo. Hablaban en lenguas para llamar a la conversión.
A los que creían en el mensaje de Jesucristo Salvador, los iban bautizando. Así comienzan a formar nuevos discípulos y comunidades de cristianos. Además, asistían a los necesitados. Así comenzó la primera evangelización.
Para nosotros hijos y devotos de san Francisco de Paula, la solemnidad de Pentecostés nos llama a seguir y a realizar la “re-evangelización”. Pero para eso necesitamos ser transformados por el Espíritu Santo, como los Apóstoles en Pentecostés.
Entonces, para que la re-evangelización eche raíces, debemos convertir nuestro pensamiento, nuestros sentimientos y nuestras obras o sea debemos nacer del Espíritu Santo. Por ello, esa fe que recibimos en el bautismo necesita ser purificada y fortalecida, para que cada uno de nosotros pueda dar testimonio de Cristo. Y el secreto de la conversión o sea nacer de nuevo está en la oración.
Los apóstoles perseveraban en la oración junto con María, la Madre de Jesús. Nuestra oración diaria y perseverante, como los apóstoles es el instrumento de nuestra conversión. Para disfrutar plenamente de Pentecostés o sea “volver a nacer” san Francisco de Paola nos ha enseñado a reconocer y a proponer la primacía de Dios en toda humildad.
Padre Désiré, O. M.
5/06/22 - Sevilla
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